Microsoft lleva tiempo anunciando que pondrá fin a su soporte oficial para Windows 10 el 14 de octubre de 2025. Sin embargo, a pesar de ello, una parte significativa de las pequeñas y medianas empresas aún no se ha preparado para este cambio crítico. Una encuesta reciente realizada por Canalys revela que la mayoría de las pymes se muestran indiferentes ante este cambio inminente. Teniendo en cuenta la magnitud de los riesgos para la seguridad y el cumplimiento normativo, el panorama que se dibuja es preocupante.
Según los resultados de la encuesta, el 35% de los socios del canal afirma que sus clientes no son conscientes de que el soporte de Windows 10 está llegando a su fin o no tienen planes de actualizar sus sistemas. De este grupo, el 21% es consciente del final inminente pero no está tomando ninguna medida, mientras que el 14% desconoce por completo el proceso. Esta falta de preparación puede dejar a las empresas ante graves amenazas cibernéticas tras el fin del soporte. También se observa que se avecinan diversos problemas de compatibilidad.
Por otro lado, el 30 por ciento de las PYMES está evaluando opciones para actualizar sus sistemas. Sin embargo, sólo el 35% está persiguiendo activamente las actualizaciones. Por tanto, casi dos tercios de las empresas aún no han dado un paso claro. Este planteamiento puede traer consigo un panorama más difícil con aumentos de costes en el futuro. Especialmente, la posibilidad de que aumenten los problemas en la cadena de suministro exige que las empresas estén aún más preparadas.
Aumentan las ventas mundiales de PC, pero se ralentizan las migraciones de software
En el primer trimestre de 2025, las ventas mundiales de PC empresariales aumentaron un 9,4%, hasta 62,7 millones de unidades. A pesar de este aumento en las ventas de hardware, se observa que no se puede alcanzar la misma velocidad en las migraciones de software. Aunque muchas empresas han adquirido nuevos dispositivos, existen graves deficiencias en el proceso de transición de Windows 10 a Windows 11. En concreto, aunque el hardware es suficiente, llama la atención la falta de planificación del software. Esto puede dar lugar a un aumento de las vulnerabilidades cuando expire el periodo de soporte.
Microsoft ofrecerá el programa Extended Security Updates (ESU) como solución adicional para los usuarios de Windows 10. Sin embargo, este servicio supone costes adicionales para los usuarios. Al igual que en la experiencia anterior con Windows 7, se aplicará un modelo de pago anual por dispositivo. Dado que 1 dólar estadounidense equivale a 38,45 TL, anualmente se incurrirá en unos costes adicionales de 25 dólares (aproximadamente 961 TL). Esta cuota puede seguir aumentando con el tiempo, hasta alcanzar los 100 dólares (aproximadamente 3.845 TL) al final del tercer año.
Sin embargo, las empresas que sigan esperando pueden enfrentarse no solo a un aumento de los costes, sino también a limitaciones de suministro. Especialmente hacia finales de año, el aumento de la demanda y la disminución de la oferta pueden causar graves problemas de disponibilidad de dispositivos. En este escenario, las empresas pueden tener que asignar mayores presupuestos para la transición a sistemas actualizados. Además, continuar con dispositivos anticuados creará un blanco abierto contra los ciberataques.
A pesar de todo, es de gran importancia para las empresas acelerar el proceso de adaptación a la nueva era. Cuando finalice el soporte de Windows 10, los sistemas que no reciban actualizaciones y parches de seguridad albergarán graves vulnerabilidades. Se espera especialmente que las empresas que operan en sectores como las finanzas, la sanidad y el derecho se tomen este riesgo más en serio. Como se trata de un periodo en el que aumentarán las obligaciones de cumplimiento, las sanciones penales también pueden llegar a la agenda para las empresas que no estén preparadas.
Además, el estudio de Canalys predice que aproximadamente 240 millones de ordenadores se convertirán en residuos una vez finalizado el periodo de soporte. Los dispositivos que no cumplan los requisitos de hardware entrarán en gran medida en la categoría de residuos electrónicos, ya que no tendrán la oportunidad de ser reevaluados. Esta situación traerá nuevos debates en términos de impacto medioambiental. Las empresas tendrán que desarrollar soluciones más sostenibles en este punto.
Sin embargo, no hay que ignorar que Windows 11 aún no alcanza el atractivo deseado para algunos usuarios. Especialmente los problemas de compatibilidad del software antiguo utilizado en determinados sectores ralentizan el proceso de transición. A pesar de ello, el hecho de que el soporte de Windows 10 vaya a finalizar no cambia. La adaptación de las empresas a esta nueva era desempeñará un papel fundamental en términos de seguridad y eficiencia a largo plazo.